Con estas memorias nos sumergimos en el ámbito
más íntimo, del artista más importante del siglo XX y uno de los más
influyentes en el desarrollo del arte moderno: Picasso.
Nada mejor que las propias palabras de la
autora para definir su relación: "Mi relación con Picasso fue un romance
de época de guerra, las circunstancias extremas nos unieron de una manera que
nunca se hubiera dado en épocas de paz -admite con franqueza-. Era la Segunda
Guerra Mundial, en el París ocupado por los alemanes, una época de gran peligro
y desastre absoluto. Picasso era un héroe para mi generación: había pintado Guernica
y era un símbolo de resistencia contra el fascismo y el régimen de Franco.
Implicaba gran coraje de su parte quedarse en París en vez de escapar a
América. En cualquier momento podían arrestarlo, pero ésa era su manera de
decirle no a la opresión. Varios miembros de mi familia estaban en la
Resistencia, y los mataron. A mí me habían arrestado en una manifestación
estudiantil y mi existencia también era precaria. Los alemanes odiaban a los
estudiantes de derecho, así que yo había cambiado la abogacía por mi verdadera
pasión: el arte. Todos podíamos morir mañana: eso me volvió intrépida. Conocía
la reputación de Picasso con las mujeres, y sabía que irme a vivir con él podía
ser una catástrofe pero decidí que se
trataba de una catástrofe que no quería perderme."
La novela narra los nueve años de relación que
mantuvo la jovencísima Francoise Gilot con el pintor malagueño, fruto de la
cual nacieron sus dos hijos: Claude y Paloma. La gran diferencia de edad entre
ellos nos lleva a dibujar una relación con muchos matices, Picasso no
sólo es un compañero sentimental sino también un padre, un maestro, un mentor:
“ Pablo era una persona maravillosa para estar con él, era como fuegos de
artificio-recuerda Gilot-. Asombrosamente creativo, tan inteligente y seductor.
Si estaba de humor para fascinar era capaz de hechizar hasta a las piedras.
Pero también era muy cruel, sádico y despiadado con los demás y consigo mismo.
Todo debía ser como él decía. Una estaba allí a disposición de él: él no estaba
a disposición de nadie. Pablo creía que era Dios, pero no era Dios, ¡y eso lo
irritaba! Fue el amor más grande de mi vida, pero había que tomar medidas para
protegerse. Yo lo hice: me fui antes de terminar destruida. Las otras no lo
hicieron, se aferraron al poderoso minotauro y pagaron un precio muy
alto."
La novela nos deja numerosísimos párrafos donde
se habla de pintura, litografías, cerámica, de arte con mayúsculas, unas
memorias escritas desde la visión y conocimiento de una pintora, aunque
Gilot no ha sido una pintora significativa. Podemos ver en sus líneas al
Picasso maestro de una inexperta pintora, es un tratado de estética,
dado que se “transcriben” muchas conversaciones en torno a la pintura, del
procedimiento, de la relación el cuadro con la realidad, del proceso de
construcción y exploración del cubismo con Braque, etc.
Estas memorias no fueron muy bien recibidas en
el entorno de Picasso, hasta el punto que el pintor se negó a ver a los hijos
que había tenido con Gillot. El malestar también se extendió a amistades
y al núcleo femenino familiar que Picasso arrastraba consigo.
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