La novela narra la historia de amor de un joven madrileño, al cual
su padre para alejarle de la vida disipada que lleva en Madrid, le obliga a
terminar la carrera de Derecho en Santiago de Compostela. El protagonista
Gerardo Roquer, (en cuya piel se meterá el propio escritor) a su llegada encuentra
horrorosa la ciudad universitaria gallega, “la lóbrega ciudad de piedra”, de
angostas calles y edificios ennegrecidos por la lluvia incesante que todo lo
envuelve de tristeza y melancolía frente “a su amada ciudad (Madrid)” este
pensamiento negativo ocupará su mente al inicio de su estadía, pero pronto se
disipará con ayuda de sus compañeros de pensión y comienza a integrarse en la
alegre vida de la estudiantina para acabar siendo un miembro más de la “troula
santiaguesa”. Pero no solo los compañeros de pensión obran el milagro, en el
tiene un papel muy destacado la Sta. Carmiña Castro Retén, mujer de notable
belleza y perteneciente a una de las familias más respetadas de Galicia. Esta
felicidad sentimental, descubre a los ojos de Gerardo la belleza del conjunto
monumental y el sencillo encanto de la vida en un provinciano centro histórico
como Santiago.
La incidencia de lo urbano es tan esencial que podríamos afirmar
que la ciudad es casi tan importante como los personajes que se mueven por ella,
tal es así, que se pueden seguir en un plano actual las idas y venidas de los
protagonistas a través del tejido urbano y constatar la localización exacta de
cada lugar o monumento descrito.
Esta es una de las muchas
virtudes de esta novela costumbrista, a pesar del paso del tiempo, nos
percatamos que el centro histórico de Santiago se conserva en su casi total integridad. El
escritor se recrea también en trazar las características de las mansiones
señoriales gallegas, sitas en el medio rural. La novela de convierte así, en un
documento histórico de los usos y costumbres de finales del siglo XIX, nos
encontramos con viviendas alumbradas con gas, sin alcantarillado y sin agua
corriente “poco antes del anochecer, hora en que la doméstica acostumbraba a ir
a la fuente del Toral”, trasladando la sella de agua en la cabeza. La vida
cotidiana dependiendo de la clase social a la que se pertenecía estaba sujeta a los horarios y a las
costumbres tradicionales. Otros aspectos que podemos observar son los momentos
de diversión de la época (los bailes del casino, los paseos por la Alameda…), la
moda, tanto en lo que se refiere a la indumentaria de los personajes como a la decoración de los interiores de las casas
santiaguesas, sin duda son múltiples las razones para acercarnos a esta novela.
Y puesto que es una novela que refleja la parte lúdica de la vida
de los estudiantes en la Universidad de Santiago de Compostela, justo es, que
mencionemos los estimables estudios científicos y el gran afán investigador y
difusor de la universidad, ejemplo de ello es la conferencia en 1812 en la
Academia Escolar de Medicina, en la que se expuso el Darwinismo, su teoría de
la evolución, totalmente novedoso no exenta de polémica. O la demostración en
la segunda mitad del siglo XIX, de la iluminación del claustro por primera vez
en España con la creación de luz eléctrica, utilizando el arco voltaico del
Gabinete de Física. Estos son algunos de los ejemplos del buen hacer
universitario.
La Casa de la Troya tuvo una relación inversa entre el éxito del
público y el casi mutismo por parte de la crítica. Fue entendida como un
ejercicio literario ocasional de un autor que entregó parte de su vida al
periodismo, sin embargo supo refrendar su éxito narrativo con otra novela
posterior “Currito de la Cruz (1921)” que refleja sus conocimientos sobre el
mundo de la tauromaquia.
Prueba del éxito de La Casa de la Troya es que en su momento fue el
tercer libro más editado en España, fue llevada al cine hasta en cinco
ocasiones, una de ellas en Hollywood (aunque poco tenía que ver con la esencia
de la novela), fue también una zarzuela y una obra de teatro e incluso existe
una edición de la Universidad de Stanford.
La película más conocida de “La Casa de la Troya" quizás sea
la que se filmó en 1959, producida por Juan de Rada y dirigida por Rafael
Gil, siendo sus protagonistas principales el actor Arturo Fernández y la actriz
Ana Esmeralda.
Alejandro Pérez Lugín, nació en Madrid el 22 de febrero de 1870 y fallece
el 5 de septiembre de 1926, en O Burgo (A Coruña) fue periodista, escritor y
cineasta. Desde 1886, vivió en Santiago
de Compostela, a cuya universidad asistió para realizar la carrera de
Leyes. De hecho, Pérez Lugín creó a algunos de los personajes de la novela
basándose en figuras reales de su época, que llegó a conocer bien durante estos
años de estudiante.
Alejandro Pérez Lugín, se encuentra enterrado en el coruñés
cementerio de “San Amaro”, en el que un busto, colocado al lado de su tumba,
recuerda al genial escritor, cuya obra ha rebasado fronteras hasta alcanzar
reconocimiento y fama mundiales.
Tras su muerte se publicaron varias obras suyas, entre ellas, Arminda
Moscoso, novela situada en Galicia, La
Corredora y la Ria, colección de cuentos rurales. Y dejó una novela sin
terminar , La Virgen del Rocío ya entró en Triana de ambiente andaluz.
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