El Abrecartas es una novela en
formato carta aunque esta, no actúa únicamente como comunicación entre dos
personas; sino como una unidad del relato, cada carta es un capítulo,
aparentemente independientes, que termina formando parte de un único argumento
desarrollado a través de unos protagonistas que en lugar de hablarse se
escriben.
La correspondencia cursada abarca
casi todo el siglo XX, desde 1920, hasta finales de siglo, es un fiel reflejo
de la sociedad española y de su historia, en la que entrelaza los
acontecimientos de la República, la guerra civil, la represión franquista, los
liberados años 60 y la llegada de la democracia, con las historias privadas de
un grupo de personas muy heterogéneas, desde sus profesiones tan dispares como escritor,
locutor de radio, estudiante, albañil, policía, director de cine (…) como de
distinto género y tendencia sexual, hasta por ideología política y edad. Todo
esto constituye un gran desafío técnico para el autor ya que acomoda las cartas
y los documentos a la formación académica
y escala social del remitente de las mismas. Molina Foix ha conseguido algo
realmente difícil, que cada personaje sea plenamente reconocible en su forma de
expresión, por lo que dice y por como lo dice.
Así mismo varía el estilo conforme
avanzan la fecha de la correspondencia, en un principio acomodándolo a las
limitaciones en su caso de la censura franquista y al uso forense de
transcripción de informes, para más tarde modificarlo para adaptar el estilo a los
cambios operados en el léxico y a la inclusión de nuevas palabras y expresiones
en la sociedad española, en constante cambio, en paralelo a la apertura del
régimen franquista y al contacto con ambientes europeos de mayor libertad
expresiva.
A priori podemos pensar que el resultado puede
ser tedioso e inconexo pero a medida que se inicia la lectura, vemos que sólo
con las voces de las cartas se han creado los personajes y hay una
multiplicidad de ellos, en permanente cruce novelesco, gracias a unas misivas
que desvelan sorpresas, desenlaces y relaciones vitales inesperadas, todo ello
rodeado de un halo de misterio para que
el lector se enganche y siga adelante.
La última carta es un email de 1999,
que nos sorprende, reubicándonos en la actualidad y transcribe un anuncio en el
que un perverso y corrupto delator policial pone a la venta en internet objetos
requisados cuando pertenecía a la brigada político-social a personajes que
hemos conocido a través de las cartas, unos famosos y otros anónimos. "Vendo
por necesidad perentoria, hallándome en extrema precariedad económica y muy
avanzada edad, una colección de recuerdos auténticos de escritores de solera y
personalidades culturales" Toda está caterva de objetos ofertados en
la red entrelaza en el relato a todos los partícipes y nos desvela algunas
preguntas que aún estaban por contestar.
Como ya hemos mencionado, pese a la
aparente disparidad de los personajes la mayoría de ellos están relacionados, unidos
dentro del relato por nexos argumentales, con paralelismos que constatados
accidentalmente a través de la lectura, dosificados, entrelazados entre el
contenido de las cartas y los documentos de las diligencias policiales y
procesales, van urdiendo una trama novelística compleja y densa.
Por tanto, podemos afirmar que la
mayor virtud del relato de Vicente Molina Foix es su juego literario atrevido
pero de resultado sorprendente en el cual pone en contacto sus criaturas
imaginarias con personajes sacados de la vida real. Así convierte en
protagonistas a Federico García Lorca, Miguel Hernández y Vicente Alexandre.
Este último, a quien tuvo la suerte de conocer, mantuvo una relación amorosa
con el joven Andrés Acero -el autor ha mantenido también el nombre auténtico
del amante-, truncada por el exilio tras la guerra civil. Hay también mención a
otro hechos reales como el testamento del cineasta Maenza que se recoge en una
carta tal cual a la realidad o la carta en la que Trinidad se ofrece como
informante de la policía esta modela en la famosa carta de Cela en la que se
propuso como delator.
Pero
la lista de personajes conocidos en el ámbito intelectual no termina ahí
podemos mencionar además del
propio Molina Foix, Rafael Alberti, María Teresa León, Carlos Bousoño, Ortega y
Gasset, Luis García Berlanga, Javier Solana, Fernando Sánchez Dragó, Eugenio
D´Ors, Buñuel, Felix Azua, receptores de algunas de las cartas elevados a la categoría
de personajes con entidad en el relato.
Los escritos tienen lugar de emisión
y recepción dispares, como Madrid, Elche, Barcelona, Basilea, Londres, México,
Marruecos, Valencia, entre otros, en una dimensión cosmopolita del contexto de
la obra, centrada en la realidad española, pero con tintes de los distintos
países en donde residen los personajes.
La temática subyacente es la guerra
civil, las escisiones sociales provocadas por ella, la amarga tragedia de los
perdedores y su precaria y fiscalizada integración en la España de la
postguerra, junto con la alternativa del exilio político y la emigración
laboral fuera del país, la apertura al sexo, el aborto, la asimilación de la
homosexualidad. Como nexo de unión de toda esta compleja temática, aglutinando
todos los escritos, encontramos constantes referencias culturales a escritores,
directores de cine, e intelectuales españoles, creando un caleidoscopio de
matices precisos del contexto y evolución de las tendencias y pulsiones
creativas de la España del siglo XX.
El escritor Molina Foix nació en Elche y estudió Filosofía en Madrid.
Residió ocho años en Inglaterra, donde se graduó en Historia del Arte. Es muy
conocido en los ambientes literarios, como escritor y crítico de novela, poesía
y como cineasta (sus películas Sagitario en 2001 y El Dios de Madera en 2006) y
además como reputado crítico literario y cinematográfico.
Una novela compleja, interesante, perfectamente
ejecutada, en ocasiones demasiado elitista en cuanto a la asimilación de
conceptos de vanguardia artística. Pero sin duda se merece ser considerada como
una de las mejores novelas en lengua castellana de la primera década del siglo.
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