Gabriela es
una joven maestra que comienza su periplo docente en una pequeña aldea en
Tierra de Campos. Sus deseos de enseñar y de transmitir el entusiasmo y la
curiosidad por aprender a sus alumnos son encomiables, y se alegra con cada
pequeño avance, cada paso que dan sus jóvenes pupilos:
"Yo
me decía: no puede existir dedicación más hermosa que ésta. Compartir con los
niños lo que yo sabía, despertar en ellos el deseo de averiguar por su cuenta
las causas de los fenómenos, las razones de los hechos históricos. Ese era el
milagro de una profesión que estaba empezando a vivir y que me mantenía
contenta a pesar de la nieve y la cocina oscura, a pesar de lo poco que
aparentemente me daban y lo mucho que yo tenía que dar. O quizás era por eso
mismo. Una exaltación juvenil me trastornaba y un aura de heroína me rodeaba
ante mis ojos. Tenía que pasar mucho tiempo hasta que yo me diera cuenta de que
lo que me daban los niños valía más que todo lo que ellos recibían de mí."
Unos años
después su afán de aventura le acabaría llevando a un poblado de Guinea
Ecuatorial, donde será testigo de las diferencias sociales entre la población
nativa y los españoles allí asentados. Su amistad con un médico negro -por
quien Gabriela parece sentir algo más profundo- le granjeará las críticas de
ciertos individuos influyentes de aquella sociedad. Finalmente la maestra
abandona África para seguir los pasos de otras mujeres de la época: casarse y
tener niños, si bien nunca dejará de sentirse entusiasmada por su profesión. No
obstante el amor por África y el anhelo de una vida distinta de haber
permanecido allí es una constante a lo largo del resto de la novela. Gabriela
dejar parte de su corazón en Guinea.
Los años
treinta son los años de las ilusiones y los vientos de cambio que trajo la II
República. Ese ambiente de euforia y optimismo se refleja muy bien en el libro,
pues nuestra protagonista y su marido son defensores de una reforma educativa
en pro de la libertad y del laicismo, que deje atrás la ignorancia y el
oscurantismo en que vivía gran parte de la sociedad española. Las tensiones que
se producen como consecuencia de estos cambios, las dificultades de una parte
de la sociedad española para aceptar una modernización que les asustaba,
mientras que a otros les llenaba de ilusión... son aspectos que la autora ha
recogido con una gran maestría. La crisis de 1934 y los trágicos
acontecimientos que desembocarán en la guerra civil terminarán por traer la
desgracia al entorno de Gabriela. La intolerancia y el radicalismo se convierten
en los protagonistas de las últimas páginas de la novela.
El libro se
convierte así en un manifiesto homenaje a un colectivo que ha sido muchas veces
olvidado en la historia: los maestros de la República, una parte de los cuales
fueron represaliados durante el franquismo. La importancia de la educación como
motor de cambio de la sociedad, su poder para forjar hombres y mujeres libres,
con plenitud de derechos y mayor capacidad de elección es uno de los mensajes
que la autora intenta transmitir en este libro.