lunes, 6 de julio de 2015

Por quién doblan las campanas. Ernest Hemingway.











Comenzaremos haciendo referencia al título de la novela, que procede de la obra “Devotions Upon Emergent Occasions” del poeta metafísico inglés John Donne y se encuentra en su Meditación XVII escrita en 1624:


« […] Ningún hombre es, en sí mismo, equiparable a una isla; todo hombre es un pedazo del continente, una parte de tierra firme. Si el mar se llevara lejos un troz de tierra, Europa perdería  un promontorio, como si se llevara una casa solariega de tus amigos o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me empequeñece, porque soy parte de la humanidad. Por eso no quieras saber nunca por quién doblan las campanas; están doblando por ti.»


Estamos ante una de las novelas más conocidas de Hemingway, donde refleja lo comprometido y gran conocedor que era de la realidad española de 1937.
La historia comienza cuando Robert Jordan, dinamitero norteamericano enrolado en las Brigadas Internacionales llega al campamento de Pablo, guerrillero republicano, acompañado por el viejo Anselmo. Jordan, el protagonista, tiene la difícil  misión  de demoler un puente tras las líneas enemigas en el momento exacto que el bando Republicano va a lanzar una ofensiva. Para ello necesitará el apoyo de la banda de Pablo y de cualquier grupo que opere por la zona, sin embargo la misión que el ruso Golz le ha encargado a Jordan es un suicidio a los ojos de Pablo, que está en contra de la misión desde un principio, llegando incluso a obstaculizarla. Sin embargo, Pilar, esposa de Pablo, y otros miembros del grupo ven factible cualquier  actividad en contra del enemigo.
La narración se desarrolla en tres días muy intensos, desde que Jordan contacta con los guerrilleros hasta que tiene lugar el inicio de la ofensiva.
A pesar de transcurrir la acción en un tiempo muy breve, a través de las conversaciones de los diferentes personajes y de los hechos que nos narra, Hemingway nos ofrece un retrato muy veraz de lo que fueron esos primeros tiempos de la contienda: la desorganización y la caótica indisciplina en las filas republicanas; las luchas internas entre las distintas facciones de la República, la falta de estrategas militares, un ambiente de desorden y de descalabro moral donde la intriga prospera más que la lealtad. Queda muy bien reflejada la participación de las fuerzas extranjeras como alemanes, italianos, las Brigadas Internacionales, la Unión Soviética, apoyos muy desiguales y en menor medida para la República. Hemingway, también resalta la importancia que tiene la solidaridad entre los miembros del grupo para sobrevivir ( tanto física como emocionalmente); esta obra también encierra una intensa historia de amor entre dos personajes con realidades dispares y vivencias opuestas, María y Jordan, seres tan antagónicos que sólo una realidad como la que están viviendo puede unir bajo un amor tan fuerte, que no entiende de egoísmos ni mentiras.
En esta novela hay ideales, pero por encima de ellos Hemingway nos muestra la sinrazón de la guerra. La población se mata entre sí, algunos luchan por ideales que ni comparten, se traicionan, y al final, en la hora de la muerte, sean de un bando o de otro, ironías de la vida, todos  buscan consuelo en el mismo Dios (exista o no).
La novela es de fácil lectura, con un estilo sencillo y un buen ritmo de la historia. Muestra rasgos típicos de la pluma de Hemingway como su gusto por la descripción minuciosa de los lugares, de las sensaciones, las personas, los olores…es tan sutil que podemos percibirlo con un poco de imaginación. Pero en los aspectos que más se recrea es en la descripción del ser humano, sus actos, sus valores, sus miedos. La atracción por el peligro y la presencia de la muerte marcaron su vida desde la niñez y aquí toman vida en la figura de Robert Jordan. Algunos críticos, opinan que estas reflexiones y los diálogos finales son un tanto infantiloides, quizás más en la forma que en el fondo. También podemos considerar que la historia de amor es demasiado azucarada y poco creíble. Y para finalizar, puede resultar curioso en nuestros días, la presencia tan marcada en toda la novela del mundo del toro. La lidia representaba para Hemingway la máxima expresión de un pueblo que celebra la vida y rendía culto a la muerte.





Hemingway fue un hombre dotado de una gran sensibilidad. Sin embargo, su personalidad creativa y atormentada, quedó eclipsada por la fachada de tipo duro, aventurero y vitalista que el escritor se labró hasta los últimos años de su vida.
Hemingway, estuvo casado en cuatro ocasiones: Hadley Richarson, Pauline Pfeiffer, Martha Gelhorn y Mary Welsh. Su actitud con las mujeres fue paternalista  y dominante a la vez que tierna y sensible. Cada vez que el escritor cambiaba de proyecto o de país, parecía llevar parejo la necesidad de una nueva presencia femenina en su vida y muchas de estas experiencias aparecen reflejadas en sus novelas.
La faceta de juerguista completa el retrato del Hemingway escritor, boxeador, deportista, aventurero, cazador, pescador o mujeriego. Desde su juventud, aprovechó cualquier ocasión para celebrar la vida brindando con una copa.