jueves, 16 de enero de 2014

Vicente Molina Foix. El abrecartas





 

 El Abrecartas es una novela en formato carta aunque esta, no actúa únicamente como comunicación entre dos personas; sino como una unidad del relato, cada carta es un capítulo, aparentemente independientes, que termina formando parte de un único argumento desarrollado a través de unos protagonistas que en lugar de hablarse se escriben.
La correspondencia cursada abarca casi todo el siglo XX, desde 1920, hasta finales de siglo, es un fiel reflejo de la sociedad española y de su historia, en la que entrelaza los acontecimientos de la República, la guerra civil, la represión franquista, los liberados años 60 y la llegada de la democracia, con las historias privadas de un grupo de personas muy heterogéneas, desde sus  profesiones tan dispares como escritor, locutor de radio, estudiante, albañil, policía, director de cine (…) como de distinto género y tendencia sexual, hasta por ideología política y edad. Todo esto constituye un gran desafío técnico para el autor ya que acomoda las cartas y los documentos  a la formación académica y escala social del remitente de las mismas. Molina Foix ha conseguido algo realmente difícil, que cada personaje sea plenamente reconocible en su forma de expresión, por lo que dice y por como lo dice.
Así mismo varía el estilo conforme avanzan la fecha de la correspondencia, en un principio acomodándolo a las limitaciones en su caso de la censura franquista y al uso forense de transcripción de informes, para más tarde  modificarlo para adaptar el estilo a los cambios operados en el léxico y a la inclusión de nuevas palabras y expresiones en la sociedad española, en constante cambio, en paralelo a la apertura del régimen franquista y al contacto con ambientes europeos de mayor libertad expresiva.
A  priori podemos pensar que el resultado puede ser tedioso e inconexo pero a medida que se inicia la lectura, vemos que sólo con las voces de las cartas se han creado los personajes y hay una multiplicidad de ellos, en permanente cruce novelesco, gracias a unas misivas que desvelan sorpresas, desenlaces y relaciones vitales inesperadas, todo ello rodeado de  un halo de misterio para que el lector se enganche y siga adelante.

La última carta es un email de 1999, que nos sorprende, reubicándonos en la actualidad y transcribe un anuncio en el que un perverso y corrupto delator policial pone a la venta en internet objetos requisados cuando pertenecía a la brigada político-social a personajes que hemos conocido a través de las cartas, unos famosos y otros anónimos. "Vendo por necesidad perentoria, hallándome en extrema precariedad económica y muy avanzada edad, una colección de recuerdos auténticos de escritores de solera y personalidades culturales" Toda está caterva de objetos ofertados en la red entrelaza en el relato a todos los partícipes y nos desvela algunas preguntas que aún estaban por contestar.

Como ya hemos mencionado, pese a la aparente disparidad de los personajes la mayoría de ellos están relacionados, unidos dentro del relato por nexos argumentales, con paralelismos que constatados accidentalmente a través de la lectura, dosificados, entrelazados entre el contenido de las cartas y los documentos de las diligencias policiales y procesales, van urdiendo una trama novelística compleja y densa.

Por tanto, podemos afirmar que la mayor virtud del relato de Vicente Molina Foix es su juego literario atrevido pero de resultado sorprendente en el cual pone en contacto sus criaturas imaginarias con personajes sacados de la vida real. Así convierte en protagonistas a Federico García Lorca, Miguel Hernández y Vicente Alexandre. Este último, a quien tuvo la suerte de conocer, mantuvo una relación amorosa con el joven Andrés Acero -el autor ha mantenido también el nombre auténtico del amante-, truncada por el exilio tras la guerra civil. Hay también mención a otro hechos reales como el testamento del cineasta Maenza que se recoge en una carta tal cual a la realidad o la carta en la que Trinidad se ofrece como informante de la policía esta modela en la famosa carta de Cela en la que se propuso como delator.
Pero la lista de personajes conocidos en el ámbito intelectual no termina ahí podemos mencionar además del propio Molina Foix, Rafael Alberti, María Teresa León, Carlos Bousoño, Ortega y Gasset, Luis García Berlanga, Javier Solana, Fernando Sánchez Dragó, Eugenio D´Ors, Buñuel, Felix Azua, receptores de algunas de las cartas elevados a la categoría de personajes con entidad en el relato.
Los escritos tienen lugar de emisión y recepción dispares, como Madrid, Elche, Barcelona, Basilea, Londres, México, Marruecos, Valencia, entre otros, en una dimensión cosmopolita del contexto de la obra, centrada en la realidad española, pero con tintes de los distintos países en donde residen los personajes.

La temática subyacente es la guerra civil, las escisiones sociales provocadas por ella, la amarga tragedia de los perdedores y su precaria y fiscalizada integración en la España de la postguerra, junto con la alternativa del exilio político y la emigración laboral fuera del país, la apertura al sexo, el aborto, la asimilación de la homosexualidad. Como nexo de unión de toda esta compleja temática, aglutinando todos los escritos, encontramos constantes referencias culturales a escritores, directores de cine, e intelectuales españoles, creando un caleidoscopio de matices precisos del contexto y evolución de las tendencias y pulsiones creativas de la España del siglo XX.

El escritor Molina Foix  nació en Elche y estudió Filosofía en Madrid. Residió ocho años en Inglaterra, donde se graduó en Historia del Arte. Es muy conocido en los ambientes literarios, como escritor y crítico de novela, poesía y como cineasta (sus películas Sagitario en 2001 y El Dios de Madera en 2006) y además como reputado crítico literario y cinematográfico.

Una novela compleja, interesante,  perfectamente ejecutada, en ocasiones demasiado elitista en cuanto a la asimilación de conceptos de vanguardia artística. Pero sin duda se merece ser considerada como una de las mejores novelas en lengua castellana de la primera década del siglo.